viernes, 17 de junio de 2016

Catalunya, terra de castells

Tot i que l'origen del nom "Catalunya" és incert, la tesi més acceptada és que aquest mot, que es comença a utilitzar al segle XII per designar el conjunt de comtats de la Marca Hispànica, deriva de castlà, és a dir, la persona que es feia càrrec d'un castell. Aquesta tesi sembla versemblant, ja que els comtats catalans van néixer com una marca, és a dir, com un territori de frontera i per tant ple de castells, entre l'imperi Carolingi i l'Al Andalus musulmana. Així doncs, sembla ser que l'origen etimològic de Catalunya és molt semblant al de Castella, terra de castells.

I una bona manera de descobrir alguns dels castells més interessants de Catalunya és passejar per la riba del Sió, a la comarca lleidetana de la Segarra, una ruta planera, dominada per conreus d'ordi i blat, solcada pel riu i plena de petits castells i esglésies medievals, entre els que destaca el de Montcortès (segle XI), l' Aranyó (segle XII), la Ratera i Concavella, seu de la fundació Manuel de Pedrolo, fill il·lustre de la comarca i autor del famós "Mecanoscrit del segon origen", un relat de ciència ficció on s'explica la història de l'Alba i en Dídac, únics supervivents d'un atac extraterrestre.

Una ruta circular -comença i acaba a Cervera- i planera ideal per amants de la bicicleta i dels castells.   

Castell de les Sitges, a la Segarra (Lleida)

miércoles, 4 de abril de 2012

Templos de mala muerte y buena vida (I)


BAR PASTÍS 

A Ángel, guardián de una Barcelona que quizá nunca existió
 
El Pastís tiene un sabor especial y todo en él huele a historia, una historia brumosa, posiblemente más ideal que real, de una Barcelona gris que aspiraba a ser libre y donde el Raval más portuario aún se llamaba Barrio Chino y por sus calles merodeaban canallas y putas autóctonas, marineros sedientos de alcohol y amor barato, ociosos de mal vivir y jóvenes con ganas de diversión.   

Escondido en una callejuela en la parte baja de Las Ramblas, el bar Pastís es un local diminuto, acogedor y con una decoración recargada y repleta de fotos antiguas, recortes de viejos diarios, azulejos con ocurrencias cínicas y divertidas, así como un curioso y valiosos muñeco de madera que cuelga del techo, cuya pintura desconchada da fe de la vejez de un local pasado de moda, extemporáneo e incluso inoportuno.

El Pastís desentona, no casa bien con esta Barcelona yupi-guay vendida al turismo ni conecta con la sensibilidad de los nuevos urbanitas, para quienes esta mezcla de pequeña catedral barroca, boite de nuit y bahúl de los recuerdos no es más que un bello y encantador museo que nos recuerda los célebres chansonières y artistas que se han acercado al bar para beber o cantar en este templo, que tiene como bebida de la casa el aguardiente típico de Maresella. George Moustaki, Luís Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Paco Ibáñez y Picasso son algunos de los ilustres homenots que se han recostado en su barra y meado en su diminuto lavabo.

En definitiva, un local acogedor, pasado de moda e ideal para nostálgicos, amantes de la bohème, sentimentalistas incurables, cenetistas irreductibles, fans de recitales intimistas y fauna por el estilo.

Barra del Pastís

lunes, 12 de marzo de 2012

En clave de mí: Cantautores (VIII)

OVIDI MONTLLOR

Cantautor, poeta y actor, pero ante todo un hombre libre. Si sus amigos no mienten, así era Ovidi Montllor. El trovador de Alcoy (Alicante), uno de los mejores recitadores que han dado las tierras de habla catalana, fue un libertario de vida licenciosa, íntegro y fiel a sus convicciones.

Hijo de gente humilde y autodidacta, el artista valenciano fue siempre rojo y separatista, es decir, comunista (...per condició sense terres, d'idees esquerrà...) e independentista catalán (...torno a repetir, sóc alcoià, a la meva senyera blau no hi ha, dic ben alt que parlo català i ho faig a la manera de València...). Ovidi amaba a las mujeres y ellas le correspondían. Y su prematura muerte -un cáncer de fumador y bebedor lo fulminó a los cincuenta y tres años- lo convirtió en leyenda. Una leyenda pequeña como su país y humilde como él.

El cantautor alcoyano, que también hizo de actor -casi siempre en el papel de perdedor-, escribió numerosas canciones y musicó a muchos poetas con Toti Soler, su inseparable guitarrista. Entre su repertorio de poemas y canciones destacan: Homenatge a Teresa, que evoca el papel de Teresa, una mujer deshinibida que iniciaba a los niños de Alcoy en el sexo; Autocrítica i crítica, un autoretrato cargado de ironía; Sí senyor, un ataque al servilismo de la época; La cançó del cansat, una reivindicación de su identidad; Perquè vull; etc.

Y entre los numerosos poemas ajenos que musicó y recitó como nadie me gustaría destacar Els amants, un delicioso canto al amor carnal y a la carnalidad del amor, escrito por su paisano y amigo Vicent Andrés Estellés.





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domingo, 4 de marzo de 2012

En clave de mí: Cantautores (V)

ALBERT PLA

Pla es la reostia. Es diferente, único, excesivo, irreverente, loco, lúcido, tímido, desenfadado, lunático, esperpéntico y muchísimas cosas más. El de Sabadell es un enfant terrible, un niño aparentemente ingenuo que hace canciones terriblemente embarazosas, ácidas y corrosivas. Sea en catalán o en castellano, el muy hijo de puta arrasa con todo y no deja títere con cabeza.

Las canciones de Albert Pla son muy bestias, explosivos de alta potencia capaces de arrasar con tres estadios de fútbol. Sus temas son una provocación, crudos ataques a la sociedad bienpensante y una invitación al inconformismo y a la rebelión permanente.

El cantautor catalán tiene porte de niño travieso, cara de loco y una voz sedosa y aniñada muy particular. Es un inadaptado muy bien adaptado que ha sabido hacer del vicio virtud y vivir de ello. Sus conciertos son un espectáculo y a sus dotes como letrista y compositor hay que sumar sus facetas de showman y bufón.

Pla es nuestro Peter Pan. Un adolescente muy lúcido e inteligente que no quiere hacerse nunca mayor porque piensa que la madurez es una mierda recubierta con envoltorio de seda. Prefiere mofarse de todos nosotros desde la libertad y la distancia que da el hecho de vivir en el País de Nunca Jamás.

Escuchar de vez en cuando canciones como Carta al rey Melchor, un brutal ataque a la monarquía; La dejo o no la dejo, considerada apología del terrorismo; Insolación, una feroz crítica a la juventud apática que no se implica y pasa de todo lo que no sea tomar el sol y salir de fiesta; El lado más bestia de la vida, su particular versión del Walk on the Wild Side; La violació, etc. es un sano ejercicio de libertad e higiene mental.

Y nada mejor para conocer a Albert Pla que salir de fiesta con él (Juerga catalana).




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jueves, 1 de marzo de 2012

En clave de mí: Cantautores (IV)

LEONARD COHEN

Cohen es el Hijo de Dios, Salvador y Rey descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo hebreo. El exquisito judío de Montreal es lo más parecido al mesías redentor que tenemos.

Sus canciones, su forma de cantar, el áurea que siempre lo acompaña trascienden a la persona de carne y hueso para elevarlo a una categoría más elevada. Cohen, más que un hombre, es una presencia mística. Escucharlo es una experiencia religiosa que nos permite transitar de lo profano a lo sagrado.

El poeta de Dios, con esa voz grave y profunda tan particular, nos transmite toda la emotividad de unas letras que nos hablan de amor, sexo, religión, política y sentimientos con una sensibilidad única e intransferible.

Sólo un genio como él es capaz de hacernos sentir la profunda sensibilidad que se requiere para perdonar a la esposa que te ha dejado por tu mejor amigo (Famous Blue Raincoat), de convertir una mamada - la que le hizo Janis Joplin- en alta poesía (Chelsea Hotel) o de penetrar en lo más hondo del alma libre de un partisano (The Partizan).

Suzanne, probablemente su canción más conocida, es una mezcla de mensaje religioso y amoroso que expresa mucho más de lo que dice y que nos permite intuir la complejidad y profundidad de las letras de Cohen.




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miércoles, 29 de febrero de 2012

En clave de mí: Cantautores (III)

JAVIER KRAHE

No se puede hablar de Sabina sin acto seguido hablar de Krahe. El burlón madrileño inició su carrera con el maestro de Úbeda y ambos comparten, a pesar de ser muy diferentes, una misma forma de entender el mundo y sus vicisitudes.

Krahe, que canta mal y toca peor, es un extraordinario letrista. No da conciertos, sólo actua en bares y casi siempre en petit comité. Como no sabe cantar se limita a recitar sus cáusticas canciones con esa elegancia natural de los caballeros de antaño.

Tener la oportunidad de verlo y oírlo en directo recitando sus dardos envenenados con esa voz grave y aire quijotesco que lo caracterizan debe de ser una experiencia muy gratificante. Sus letras, cargadas de mala leche, lidian con ironía las siempre difíciles relaciones humanas. Krahe nos enseña a ver las cosas con una cierta distancia. Sus canciones son anti solemnes, se ríen un poco de la vida y se burlan siempre del poder.

Cuervo ingenuo,
un despiadado y divertido ataque al gobierno socialista de Felipe González -y que podría servir igual para el de Zapatero- muestra muy bien el estilo Krahe. El uso en esta canción del cazú, el de las chirigotas, ya es toda una declaración de intenciones.




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En clave de mí: Cantautores (II)

JOAQUÍN SABINA

Sabina es el poeta de la calle y de la noche española. Sus canciones son un canto a la libertad y el mejor antídoto contra la mojigatería y el sentimentalismo barato. El de Úbeda nos canta la (mala) vida con voz gastada de tanto vivir y añejada a golpes de whisky, tabaco y cocaína.

Sus letras transpiran moral porque carecen de ella. Sus versos no juzgan, se limitan a explicar la vida y a mostrarnos como somos: unos toscos aprendices. Es la versión hispánica de Lou Reed, pero menos oscura y trascendente, más divertida, más ligera y mucho más cercana.

A Sabina, hedonista y bon vivant, le gustan los placeres de la carne y eso se nota en sus canciones. Sus letras desprenden humanidad porque sudan, tosen, joden, sueñan, ríen, sufren y se pinchan por desencuentros amorosos o sueños frustrados. Y es que el muy canalla, un bufón que se ríe de todo y no se toma nada muy en serio, en el fondo es un sentimental.

Tras escuchar canciones como Princesa, Calle Melancolía, Peor para el sol, Y nos dieron las diez, Amor se llama el juego, etc. sólo podemos sacarnos el sombrero y rezar para que las juergas y la mala vida no acaben con este pedazo de poeta callejero, cantautor e ilustre colchonero.

Escuchar con atención La del pirata cojo sin esbozar una sonrisa es imposible. En esta canción está resumida toda la filsofía vital del genio de Úbeda.



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martes, 28 de febrero de 2012

En clave de mí: Cantautores (I)

JOAN MANUEL SERRAT

El milagro de las canciones de Serrat es que lograron conectar con la fibra sensible de una generación, la de mis padres. Sus letras, sencillas -algo muy difícil de conseguir- y muy pero que muy cándidas permiten radiografiar la sentimentalidad de los hijos del tardofranquismo.

El noi del Poble Sec es el poeta de aquellas pequeñas cosas que hacen que merezca la pena vivir. Sus canciones, en especial las de su primera etapa en catalán, emocionan. Con sencillez y sin pretensiones las letras del joven Serrat penetran en lo más hondo del corazón para contarnos y cantarnos nuestra vida. El trovador, como gran artista que es, consigue que por unos instantes nos fijemos en lo cotidiano, en aquello que nos rodea, con otros ojos.

Basta con escuchar alguna de sus mejores canciones (Paraules d'amor, Cançó de bressol, Pare, Cançó de matinada, La mort de l'avi, etc) para darse cuenta que Serrat es un gran poeta que canta. Escuchar atentamente La tieta sin soltar una lágrima es prácticamente imposible. Todo aquel que haya tenido la oportunidad de tener o de conocer a una tieta (tía o tía abuela) la verá reflejada en la canción.



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