Sombras chinescas

EL ANIMAL MÁS BELLO DEL MUNDO
 
"Qué hondo escalofrío de raíces
al verla se ha gravado de improviso"

Hay mitos que nunca mueren. Y uno de ellos es Ava Gardner. Veinte años después de su muerte este bellísimo animal todavía es capaz de ponérsela dura a muchos hombres. Su irresistible atractivo físico, su carácter rebelde y temperamental, su pasión por el alcohol y las juergas, así como el magnetismo que otorga la gran pantalla, elevaron a esta mujer a la categoría de diosa inmortal.

Ava Gardner es cine en estado puro. Y su vida, un intenso, apasionado y tormentoso guión. Pocas actrices han bebido tanto, han amado tanto y han vivido tanto. Tanto es el adverbio que mejor complementa su vida.

Ava amaba la noche, los tragos y los toreros. Dominguín, un machista redomado, la toreó con pasión. Y se dejó querer por Mario Cabré, que según dicen era un mal actor, un mediocre torero, un aceptable poeta y un perfecto galán. La diosa llegó por primera vez a España en 1950 para rodar en la Costa Brava Pandora y el holandés errante junto a James Mason. La película, que narra una apasionada historia de amor entre una bella mujer y un capitán condenado a vagar por el mar, sirvió de fondo perfecto para su breve pero intensa aventura con Mario Cabré, que se enamoró perdidamente de ella. Pero Ava no era mujer de un solo hombre. Omnipresente y omnipotente, Ava tenía un novio en cada puerto y un puerto en cada novio y como dijo uno de sus amantes: "Madrid, con ella, adquirió categoría sexual".

Dichosos aquellos que conocieron a la mujer, pero aún más afortunados aquellos que sólo conocemos al mito.

Ava inmortalizada en Tossa de Mar

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